Cristo ha resucitado. Venció a la muerte y el mal

Cristo ha resucitado. Venció a la muerte y el mal

La resurrección de Jesús al tercer día es el acto fundamental de la fe cristiana. Cristo venció a la muerte y al pecado dicen las escrituras y desde entonces es el puente entre Dios y los hombres. Él es el cordero de Dios que quita los pecados del mundo (Juan 1:29).

El hijo de Dios hecho hombre nacido en pobreza, después de predicar con el ejemplo sobre el amor, la humildad, el perdón, la justicia divina y curar a los enfermos, devolver la vista a los ciegos y resucitar a los muertos, padeció el calvario, la crucifixión y la muerte por parte de quienes había venido a salvar.

Hay quienes no profesan la fe cristiana y eso se respeta, pero pocos cuestionan la figura de Jesús en la historia y muchos en las teorías materialistas lo ubican como un gran revolucionario de su tiempo que estuvo al lado de los pobres saciando su hambre con pan, o con los desposeídos y enfermos buscando construir la justicia.

Evo Morales siendo presidente de Bolivia, graficó en un acto la visión de los materialistas sobre Jesús, al entregar al Papa Francisco, un Cristo crucificado sobre una hoz y el martillo. El hecho fue objeto de un sinfín de análisis y opiniones de todo tipo sobre el “crucifico comunista”. Lo cierto es que Jesucristo está presente siempre, a pesar de las ideologías o la diversidad de pensamientos, su figura y su ejemplo es eterno. “Nadie tiene mayor amor que este: que uno dé su vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Es el ejemplo de vida, es decir la coherencia entre lo que se dice con lo que se hace lo que perenniza la figura de Jesús en más de veinte siglos, que se ha hecho parte de la vida de los seres humanos a través del tiempo; indudablemente por la ofrenda de amor de su propia vida en rescate de muchos y esencialmente porque resucitó de los muertos al tercer día. Cristo es la inspiración más perfecta de amor que existe.

Vivimos tiempos de pandemia en el mundo y en nuestro país en esta Semana Santa. Dolor profundo y descarnado al ver morir a nuestros seres queridos, amigos y conocidos débiles e indefensos ante el Covid-19, y en nuestro Sindicato a nuestros colegas médicos de la primera línea de acción en medio de una catastrófica realidad de nuestro sistema de salud, desprovistos desde antes de la crisis sanitaria de inversión en infraestructura hospitalaria, equipamiento médico, personal suficiente y tantos otros reclamos que las autoridades postergaron e hicieron oídos sordos.

El clamor de los enfermos y de los familiares en los hospitales por oxígeno, una cama UCI o un ventilador mecánico, que no alcanza porque simplemente no lo compraron en los tiempos de bonanza, además del “Vacunagate”, que usaron para vacunar primero al círculo más cercano del gobierno anterior y de este; es con el respeto de la comparación, un calvario, una crucifixión y una muerte injusta de cientos de miles de peruanos, asegurados y profesionales de la salud que pagaron sus aportes y que hoy el Gobierno y la Institución plagada de corrupción e incompetencia no pueden o no quieren resolver.  

Quienes reclaman y denuncian desde el Sindicato y los cuerpos médicos esta espantosa injusticia, que los medios de comunicación solícitos y la parafernalia mediática y millonaria de EsSalud tratan de callar, como en las épocas nazistas de Joseph Goebbels, son perseguidos y sancionados, quitándoles el sustento económico de sus familias y viendo la forma de despedirlos, que es similar a matarlos; respetando las comparaciones, son como los discípulos de Jesús perseguidos y humillados por el simple delito de proclamar la verdad y exigir justicia.

En medio de este calvario, no puede faltar la personificación de Judas, aquel que por un puñado de monedas de plata entregó a Jesús; hay muchos que en la sombra adulan a la autoridad y quieren “estar bien con Dios y con el diablo”, sean dirigentes gremiales o funcionarios que traicionaron la función pública para ser ahora candidatos al Congreso con licencias irregulares, buscando proteger la impunidad de su jefa y la continuidad en el cargo a través de un partido que es como un “Caballo de Troya” de la corrupción, es decir la “mismocracia”.    

Cristo en la cruz dijo a su Padre: “Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34), nosotros desde el sindicalismo médico y democrático, como cristianos reafirmamos ese pedido de perdón, pero sabiendo que estos funcionarios son como los fariseos que, si saben lo que hacen, parafraseamos a Jeremías 31:30 y decimos que “cada quien sea responsable de sus propios actos. En otras palabras, cada uno de ustedes morirá por su propio pecado”. Reafirmamos nuestra fe y alegría en la Pascua de Resurrección de Jesucristo y con este hecho fundamental de la Semana Santa, confirmamos también nuestra absoluta convicción de que la verdad y la justicia están de nuestra parte y prevalecerán como siempre. “Los impíos serán destruidos” (Salmos 37:9-17).       

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